Lira porteña n° 01

Grabadoras dentro y fuera del taller

Por Valentina Madrid Núñez

En la construcción de los relatos historiográficos del arte chileno, se ha privilegiado una trama centrada en los artistas masculinos, acto que tiende a repetirse en el tiempo con pequeñas excepciones. La figura del artista hombre siempre está presente, la de la mujer no.

Pese a esta situación recurrente han surgido nuevas miradas de recuperación y visibilización del papel de la mujer en las artes visuales y en el desarrollo del grabado. Nuevas y distintas narrativas historiográficas consideran y reivindican la figura de la artista mujer. Sin embargo, aún son escasas las referencias articuladas sobre el grabado -una historia de por sí reciente a diferencia de la pintura o la escultura- en el que se incluyan artistas grabadoras, siendo que en Chile han estado presente desde sus inicios, bien sea en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, en el Taller 99 junto con el Taller de Artes Visuales (TAV) en Santiago, como en los mismos espacios universitarios, entre otros.

La figura masculina es enaltecida en los hitos de la historia del grabado o del desarrollo de los espacios de enseñanza y difusión, no obstante, las mujeres también han tenido su lugar y momentos importantes tanto en su formación artística como a nivel del trabajo colectivo en los talleres. Poco o nada se ha hablado sobre estas artistas, y si se traen sus nombres a colación se suele mencionar su participación en los espacios de grabado o simplemente como exponentes en las muestras colectivas del mismo taller. Aun así, existen artistas que se han destacado dentro como fuera del taller, elaborando y desarrollando sus propias creaciones.

En la colección del Museo Universitario del Grabado existen obras magníficas hechas por artistas

(1950-), originaria de la región de Valparaíso. Durante la dictadura cívico-militar en Chile, Vizcaíno reabre la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso, siendo la primera mujer en enseñar la técnica del grabado en este espacio, punto destacado dentro de su trayectoria como docente en la práctica del grabado. También se cuenta con obras de Pilar Domínguez Fuenzalida (1950-), docente en la Universidad de Playa Ancha a cargo en 1991 de las cátedras de grabado y de expresión artísticas, colaboradora en la creación del Centro de Grabadores en Valparaíso en 1992.

En el Taller 99, radicado en Santiago, destacan las figuras de Dinora Doudtchitzky (1914-2004), Roser Bru (1923-2021) y Delia del Carril (1884-1989), entre el conjunto de artistas que participan de la fundación del Taller en 1956, y permanecen en él hasta la década de 1980. Provenientes de distintos lugares (Odesa, Barcelona y Buenos Aires) ellas se asientan en Chile y desarrollan en el taller su vida, obra y docencia hasta el final de sus vidas. En 1959 el Taller 99 se instala al interior de la Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Dinora Doudtchitzky se mantiene trabajando bajo esta nueva institucionalidad –desarrolla un conjunto de obras referidas a sus vivencias de infancia en Ucrania-.

Incluso queda a cargo del taller cuando Nemesio Antúnez (1918-1993), su fundador y líder, adquiere nuevos compromisos que le restan presencia en el taller. Sobre Dinora Doudtchitzky es preciso

 mencionar que pasó en cama gran parte de su infancia por una enfermedad, experiencia traumática que aparece como referencia en su obra a través de dibujos que ella realizaba en esa época. Su familia emigró a Argentina y alrededor de los 25 años, tras ganar un concurso, se instala en Chile y en 1948 recibe la nacionalidad chilena.

A lo largo de la existencia del Taller 99 pasa por él numerosas y variadas artistas, entre ellas Luz Donoso (1921-2008), quien en la Universidad de Chile desarrolló la docencia a fines de la década de 1960 hasta que fue exonerada en 1973 a causa del Golpe de Estado. Luz Donoso se reencuentra con el grabado en el Taller de Artes Visuales (TAV) fundado en 1974, y con otros colegas artistas que se mantienen activos creando pese al contexto adverso que se vivía en Chile.

Las artistas mencionadas dan cuenta de la destacada participación de mujeres que forman parte de la colección del Museo Universitario del Grabado, y constituye un nuevo relato que las considera dentro del taller como creadoras y formadoras de generaciones de artistas, y fuera del taller como grabadoras imprescindibles en el ejercicio de memoria sobre el desarrollo del grabado en Chile.

Dentro de las posibles formas de rescate de las artistas, con tal de acortar la brecha de su omisión en la historia del arte, es el trabajo de la documentación realizado por ellas mismas como por otros agentes del arte, generar un registro exhaustivo desde su vida, obra, relaciones artísticas, encuentros, seminarios, etc. Ello permite mirar con detenimiento las vinculaciones de sus producciones con lo cotidiano de sus vidas e inscritas en los circuitos artísticos.

Lorena Villablanca, “Ovación a las conquistadoras”.Xilografía; 69 x 69,5 cm., 2006

Valentina Madrid Núñez

Licenciada en Teoría e Historia del Arte

Encargada del área de Contenidos digitales y editoriales del Museo Universitario del Grabado de la Universidad de Playa Ancha.